martes, 3 de enero de 2012

La chica del balcón

   "Se cerró una puerta a sus espaldas. La noche era clara a la luz de la luna creciente en su última fase y brillaban en el firmamento centenares de estrellas. Dolorida por sus zapatos, andó hacia la cornisa del balcón y se balanceó. No podía ser que sin quererlo estuviera en aquel lugar, rodeada de tanto tonto que monta tanto y sin saber que hacer. Soltó un suspiro ahogado. La noche era su confidente.

   En las calles había mucha gente que no se daba cuenta que murió hace muchos años, caminando sin ir a ninguna parte. Sus almas vendidas al mejor postor. ¿Debería ser ella una de ellas?. Quizás algún día. Presos de la jaula de la mente, comiendo el mismo trozo de pan, bebiendo el mismo trago de agua, llamando luz a sus tinieblas. No era su lugar. Confinada por unos familiares que ligaban sus deseos de aventura, de locura, de expandir su universo.

   Fría la noche que la abrazaba y su vista se perdía a lo largo de la calle. Síntoma quizás de una melancolía subyacente dentro, muy dentro. Al otro lado de la calle todo era más cálido, jovial, ruidoso y quizás incluso más divertido que lo que se encontraba de puertas hacia dentro del balcón. Resignación. Golpe agresivo. Se giró hacia la calle de nuevo. Un chico salió del portal del edificio de enfrente. Vió que asqueado tumbó una motocicleta que yacía por su camino hacia un banco y se sentó frente a ella. El muchacho maldecía, pero no discernía ninguna palabra que pronunciaba, debido quizás al enorme revoloteo en su fiesta o al ruido que surgía de la fiesta de enfrente. Se quedó mirándolo.

   De repente el joven alzó su vista y sus miradas se cruzaron lo que dura un latido de corazón. Ella rápidamente apartó la mirada. Encontró el motivo por el que su corazón debe latir en el resto de sus días. Ruborizada no quiso volverlo a mirar. Él se levantó y se fue calle abajo. Ella observó su espalda perdiéndose bajo las pequeñas lucecitas que adornaban aquella noche. Temía que no se hubiese fijado en ella; maldita vergüenza que la invadió.

   Media vuelta y regresó a la comitiva que se encontraba dentro del balcón, sin saber que aquel desconocido mostró una mirada furtiva de pasión y entusiasmo sobre ella. Se sintió enferma al entrar bajo el techo de aquel lugar. Se puso al lado de la chimenea, recordando ese instante efímero en el que tuvo “algo más” con aquel solitario. Sabiendo que no lo volvería a ver jamás..."


"No sabemos nada. Todo lo que “sabemos” son creencias. Toda enfermedad es sagrada: nos remite a nosotros mismos, nos obliga a comprender por qué la hemos creado. El Universo no tiene otra meta que crear sin motivo una materia que es mucho más que ella misma. Una eterna espiral que desemboca en un pozo infinito en nuestro ser."


"Maybe" - Yiruma


W.F.A.G.T.

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