domingo, 14 de octubre de 2012

El manantial


   Tu mano sobre mi pecho pretendes descubrir la velocidad de mi corazón al sentir tu piel, es imposible tu pulso temeroso lo impide. Acercas tu oído sobre mi pecho y escuchas entre susurros un "te amo", que te perturba, te asusta y te retiras como un niño huyendo a lo desconocido. Mi cuerpo inerte en espera del experto inexperto, aquel que suponía conocía ya, lo que por ambos siempre fue ignorado. Te das la media vuelta fracasaste en tu primer intento, ideas vagas oscilan por tu mente, intentas estructurar el plan infalible que jamás hubieras puesto en práctica.

   Crees que lo tienes y de frente nuevamente ante ese cuerpo inerte que intentas sobrevivir, lo recorres con tu pícara mirada, llegando hasta el punto medio, manantial de vida. Deseas tocarlo, explorarlo y te detiene la inmune idea que con tus manos fuertes lo puedes lastimar, segundo intento fallido campeón, escuchas a lo lejos el susurro de esa voz..., melodiosa voz. Refugio de tus tardes sombrías, te pones de pie, caminas nerviosamente y desconcertado por no poder actuar, te preguntas: ¿Qué me sucede? He recorrido y explorado otra piel, he bebido otro aliento hasta saciar mis ganas de placer…

   El escenario perfecto, cuatro paredes, la víctima en completo estado de inconsciencia, el eco de una gota de agua que te recuerda la soledad absoluta. Regresas de nuevo, justo al filo de la víctima, ligeramente la luz intenta entrar por la ventana, te levantas apresurado, cierras la cortina completamente, no deseas la luz. No es tiempo de ella, es tu momento, la luz puede esperar, tus deseos no. Tu víctima en cualquier momento pudiera despertar.

   Besas su cuello, su piel suave y tibia da indicios de vida, a la vez tan frágil. De nuevo crees que tu cuerpo la puede lastimar, tus labios llegan de nuevo a ese manantial; ¿sucede algo? Te detienes ahí, no consigues avanzar, algo pasa, no comprendes que, tienes más conocimiento que al inicio, has determinado con exactitud esa medida enigmática que siempre deseaste saber, su piel te agrada, es delicada como sus sentimientos, aquellos que por siempre y desde siempre albergaron tus palabras, tus tiernas palabras.

   Besas su frente como símbolo de despedida, te has dado por vencido, sin haberlo intentado, te das la vuelta como buen ladrón, dispuesto a abandonar la escena, algo susurras en su oído “czn”, clave secreta de un “ladrón de sentimientos”. Ella sujeta tu brazo, tu piel se eriza, en su coma de amor no desea que te alejes, débilmente se inclina un poco y se aferra a tu espalda, la sientes desvanecer te das la vuelta, la sostienes, y como niño explorador juegas en valles y colinas, subes montañas, descansando tu aliento en la cima, bajas de nuevo sacias tu sed llegando de nuevo al manantial de vida. 





W.F.A.G.T.





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